La revista Wired habla este mes de un estudio que demuestra que, cuando los hinchas del equipo local protestan, el árbitro tiene un 15,5% más de probabilidades de pitar a su favor. Quizás ese porcentaje es el que ha contribuido, por ejemplo, la parroquia de San Mamés a las salvaciones in extremis del Athletic estos últimos años.
O a lo mejor es la diferencia que ha convertido al Liverpool, con una plantilla sensiblemente inferior a United y Chelsea, en aspirante a la Premier League.
Hablando del Liverpool, desde principios de mes se está rumoreando que podría poner fin a su acuerdo de patrocinio con Carlsberg al final de la temporada. Sería el fin a diecisiete años de relación de la marca danesa con los reds, quizás la más larga entre los grandes clubs europeos.
Personalmente, he crecido viendo el logo de Carlsberg impreso en la camiseta roja, como también asocio inmediatamente a Sharp con la camiseta Umbro del ManU, BNAmro con el Ajax o JVC con el Arsenal. El Liverpool, por cierto, fue el primer club inglés profesional en llevar publicidad en la camiseta, cuando anunció Hitachi en 1979.
Volviendo al tema de la cerveza, supongo que a estas alturas daneses y scousers estarán haciendo cábalas para decidir si les compensa prolongar el contrato o no.
Desde el lado de Carlsberg, la marca tiene un slogan muy claro desde hace unos años: "posiblemente, la mejor cerveza del mundo" (nota aparte: atención al matiz en la traducción al castellano, ya que en inglés afirman con un puntito más de autoestima "probably the best beer in the World").
En plan somos una cerveza global y buena, pero a la vez desenfadada y buenrrollista. En ese sentido, parece que sus valores pegan con los del Liverpool, un equipo grande pero a la vez familiar, campeón pero no pretencioso, que se distingue por tener posiblemente el himno más popular del fútbol mundial.
Otra ventaja añadida para la marca es que el Liverpool garantiza exposición continuada hasta los cuartos o semifinales de la Champions, competición patrocinada por su rival Heineken quien, encima de dejarse una pasta en el evento, a veces no puede más que hacer vallas que dicen “Enjoy responsibly”.
Desde las oficinas de Anfield supongo que se ven las cosas de otra manera. Lo primero que habrán hecho será ver qué es lo que cobran el resto de clubs de su nivel… y se habrán dado cuenta de que sus 7,2 millones de libras van por detrás de los más grandes (Aon le paga al United 20 millones de libras al año, T-Home 20 millones de euros al Bayern, el Tamoil de Gadafi 18 millones a la Juve, BWin 15 al Madrid y Samsung 11 millones de libras al Chelsea), pero por delante de, por ejemplo, los 6,7 millones de libras que afloja Emirates al Arsenal.
Sin embargo, con pocos argumentos en forma de títulos encima de la mesa, parece complicado que los Reds puedan aspirar a ganar más dinero por estampar el logo de la cervecera danesa en su camiseta.
Más aún en los tiempos de crisis que corren –pocos logos de coches se verán en las camisetas de la nueva temporada-, posiblemente lo más inteligente para ambos sería extender su contrato otros dos años a la espera de que pase el diluvio. A Carlsberg le sirve para mantener su notoriedad de marca sin tener que aumentar la inversión, y al Liverpool para pagar los 6,6 millones de euros por temporada que le ha prometido a Fernando Torres hasta 2013.
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