Si uno no conociera el percal, podría pensarse que Joan Laporta es un presidente modélico: joven y apuesto, se ha bastado él solito para arrinconar a los ultras en su propia casa, ha multiplicado los ingresos de la marca en América y Asia, y ha levantado en ocho años de mandato más Copas de Europa que en los cien años previos.
Sin embargo, Laporta decidió, desde su llegada al cargo, utilizar al FC Barcelona como arma propagandística pro-independencia de Cataluña. Así, ha aparecido en manifestaciones portando la senyera, ha promovido el catalán en la feria del libro de Frankfurt, ha aireado a los cuatro vientos que Catalonia is not Spain y hasta ha incrustado en el uniforme del Barça las cuatro barras de Aragón que aparecen en la bandera catalana.
Ser catalán no es una cuestión de identidad étnica, sino emocional" lanza el presidente del Barça cuando se le recuerda que, de acuerdo con los datos de la Generalitat, más de un tercio de los habitantes de Catalunya nacieron fuera de ella. Habría que preguntar se entonces si la emoción catalana es incompatible con la emoción española.
Catalunya FC
¿Qué pasaría si efectivamente Catalunya se independizase del resto de España? Con sus casi siete millones y medio de habitantes, más o menos la misma cifra que Serbia, Bulgaria o Azerbayán, Catalunya podría aspirar a convertirse en una selección de fútbol de tamaño medio en la zona UEFA. Incluso aspirar a jugar la Euro y el Mundial.
¿Y el Barça? Evidentemente, un estado independiente debería jugar su propia competición de liga, de modo que si echamos un vistazo al top 20 de equipos catalanes (dos en Primera, dos en Segunda nueve en Segunda B y los siete primeros del grupo catalán de Tercera), los blaugranas se enfrentarían a clubes como el Cornellá, el Prat, el Gavá o el Badalona. A pesar de tener la plaza de Champions League asegurada –por lo menos el billete para la fase previa- no parece probable que muchas estrellas internacionales estuvieran dispuestas a vestirse de azulgrana.
La conclusión a la que nos lleva esto es que, o bien Laporta no ha pensado a fondo las consecuencias de su ansiada independencia, o bien la conclusión es que el futuro del Barça le importa una mierda. Porque cabe concebir una tercera vía -sin duda la más jugosa- de que en realidad el show de Joan Laporta no sea sino un brindis al sol, una excusa para promocionarse a sí mismo, y en realidad la independencia catalana se la traiga al pairo. Tweet