miércoles, 29 de abril de 2009

There is only one Ronaldo (2)


Por Halftown
Tras el varapalo mundialista, llegó el momento que marcaría la carrera del Fenómeno: el 21 de noviembre de 1999, su rodilla se rompió por primera vez. Empezaba así una tortura que no sólo le dejaría casi tres años en el dique seco, sino que se llevó para siempre al delantero explosivo, dejando a un Ronaldo con tendencia al sobrepeso, menos espectacular, propenso a las lesiones musculares, pero también más buenrrollista y sorprendentemente igual de resolutivo.

En el año 2000, el programa de ayuda al desarrollo de la Onu nombró al Fenómeno embajador de buena voluntad. Para las marcas comerciales, sin embargo, sin goles no había interés en Ronaldo. En una vuelta a los terrenos de juego sin precedentes, sin embargo, el nueve se enfundó la canarinha una vez más para llevar a Brasil a conquistar el Mundial que se les había escapado cuatro años antes.

Fue entonces cuando Florentino Pérez le añadió a la nómina de sus galácticos en el Real Madrid 2002-2003. Cinco años estuvo Ronaldo en la Castellana, donde si bien su registro goleador fue impecable -83 goles en 127 partidos-, no dejó una huella profunda, quizás eclipsado por el brillo de las estrellas que jugaban por detrás de él.

De su época madridista –camiseta made in Adidas incluida- quedan pocos recuerdos comerciales, quizás el más conocido el que firmó para la desaparecida marca BenQ Siemens. El Ronaldo del Madrid ya no era el ídolo de antaño, y Nike subrayó el ocaso del delantero en el spot-homenaje que le dedicó con motivo del Mundial 2006.

La marca mutante

Desde hace unos meses, Ronaldo ha vuelto a casa. Con apenas 32 años, mientras sus coetáneos apuran sus últimos años al máximo nivel europeo, el Fenómeno se lo toma con calma en el Corinthians, sintiéndose otra vez la estrella de la función. Las marcas globales, en cambio, han abandonado al jugador a su suerte. Sólo su más antiguo patrocinador, la cerveza Brahma, proclama orgullosa su largo noviazgo con el delantero.

Y sin embargo, en Nike siguen contando con Ronaldo como buque insignia: en un caso inédito en el deporte mundial, los niños ya no piensan en el nueve brasileño cuando les citan a Ronaldo, sino en un extremo portugués que parece imparable, como Ronie en el 96, cuando se pone la casaca roja del Manchester United. Los ingleses, que no entienden que un jugador pueda ser conocido por su nombre de pila (que se lo pregunten a Fábregas), se han ventilado alegremente el prefijo Cristiano, y de esta manera la marca Ronaldo ha sufrido una insólita mutación... o quizá directamente una usurpación del copyright.

Quizás por eso, los fans del Corinthians reaccionaron furiosamente a la pretenciosa camiseta roja del United que proclamaba There is only one Ronaldo. La demoledora respuesta del otro lado del Atlántico no tardó en llegar. Y es que Ronaldo podrá haber muchos, pero Fenómeno sólo hay uno.

martes, 28 de abril de 2009

There is only one Ronaldo (1)

Por Halftown
Juanele siempre podrá contar a sus nietos que estuvo en un Mundial. He dicho bien, estuvo y no jugó, ya que fue el único jugador de campo al que Javi Clemente no dio minuto alguno durante la copa del mundo de Estados Unidos 94. Mientras tanto, en el banquillo de la selección brasileña, otro joven delantero pasó el torneo como Juanele, en la mejor butaca del estadio: Ronaldo Nazario de Lima, 17 años entonces, observó desde la barrera cómo Romario y Bebeto, dos delanteros más propios de Cartoon Network que de la ESPN, le daban su cuarta copa a la canarinha.

En su Brasil natal, una marca se hace eco del talento de la estrella emergente: la cerveza Brahma. Así, a partir de 1994, Ronaldo, con apenas edad para beber alcohol, se convierte en el embajador de la marca en todo Brasil.

Ese mismo verano, el joven delantero brasileño ponía rumbo a Eindhoven, donde unos años antes había goleado su admirado Romario. En dos fugaces temporadas, Ronaldo consiguió un promedio goleador asombroso: 42 tantos en 45 partidos. Para entonces, las botas del prodigio brasileiro ya lucían el logo de Nike. Es más, la sola presencia de Ronaldo en el equipo fue el detonante del cambio de proveedor de la ropa deportiva del PSV: en 1995, las tres rayas de Adidas dejaron paso al swoosh de la marca que patrocinaba al adolescente goleador brasileño.

La potencia sin control no sirve de nada

El president Nuñez, que tres años atrás había puesto la guinda al dream team al importar a Romario de Eindhoven, volvió a echar la caña en el Philips Stadion para traer a un nuevo delantero estrella al Barça post Cruyff.

Una sola temporada duró Ronaldo en el Camp Nou. Pero qué temporada. El Barcelona no pudo quitarle la liga al rocoso Madrid de Capello, y sin embargo, en la retina de los aficionados quedaron los goles -algunos de ellos asombrosos, como el que hizo en Santiago de Compostela regateando rivales en sesenta metros de carrera– del delantero que ya empezaba a ser conocido como El Fenómeno.

En verano del 98, el megalómano Moratti se lo llevó al Inter a golpe de talonario. Allí, Ronaldo confirmó lo que ya apuntaba en Barcelona: era el jugador más decisivo, el más talentoso, desde Diego Maradona. Ya no era Nike el único patrocinador que se frotaba las manos: Pirelli, cuyo logo aparecía en las camisetas neroazzurri, hizo una recordada campaña en la que el atacante aparecía celebrando un gol con los brazos extendidos, como solía, y la postura era aprovechada para hacer un paralelismo con el celebérrimo Cristo de Rio de Janeiro.

El Mundial de Francia 98 parecía el escaparate ideal para que Ronaldo levantase, esta vez como protagonista, la quinta copa del mundo de Brasil. Poco antes de la cita, Nike presentó las botas R9 exclusivas del delantero, y además lanzó un spot dirigido por John Woo en el que los jugadores de la canarinha, al ritmo de samba, hacían malabares en mitad del aeropuerto de Rio.

Todo marchaba sobre ruedas para los brasileiros hasta que, la noche antes de la gran final, Ronaldo sufrió un ataque epiléptico, parece ser debido a la cantidad de horas que pasó frente a la Playstation para sacudirse la ansiedad previa a la gran cita. En cualquier caso, el 9 de Brasil salió de titular en la final, cuenta la leyenda que por imposición comercial de la propia Nike, en un partido que a la postre coronaría a Zinedine Zidane como rey del fútbol… y estandarte de Adidas (mañana, la segunda parte).

Pep Bonet: goles con muletas

Por John Wyatt
A veces sólo tienes que cruzar la calle para encontrar una buena historia, un relato que te inspire, una imagen que te emocione, un reportaje que te cambie la vida. Pero hay quien tiene que viajar a otro continente en avión, coger varios autobuses, trabajar como cooperante en un hospital y, además, valerse de la casualidad, para poder ganarte el pan haciendo lo que te gusta.

Eso le sucedió a Pep Bonet, un fotógrafo mallorquín que, enrolado en un proyecto de Médicos sin fronteras en Sierra Leona, se encontró con la oportunidad de su vida. Cuando Pep llegó a Freetown el país se encontraba en pleno caos después de 10 años de guerra civil y tras una paz impuesta a golpe de talonario por Naciones Unidas.

A sus habitantes sólo les quedaba un nexo de unión entre ellos: la fe, la fe en el futuro tomando los vínculos que habían existido entre las diversas tribus en el pasado. El fotógrafo, seleccionado por el Masterclass de World Press Photo 2002 (un auténtico Dream Team de la fotografía mundial que beca a los 20 mejores foteros jóvenes de todo el mundo) necesitaba un trabajo para consagrarse, materia prima de calidad con la que desarrollar su proyecto personal, su mirada propia. Llegó a Sierra Leona becado por Médicos sin fronteras.

Algunos lugares de África no son accesibles con un billete de turista, necesitas algo más. Viajar con una ONG le permitió trabajar en un hospital y acceder a lugares imposibles a un occidental. Y aquí, después de una dura jornada, le llega el premio a su osadía y a su perseverancia, la pepita de oro en el fango que había estado buscando. Sale tarde de hacer fotos a niños ciegos en un hospital, va cansado y decide caminar un poco antes de irse a dormir.

Al atardecer, ya a salvo del sol africano, escucha gritos en un campo de fútbol cercano con dos porterías destartaladas. Descubre que todos los integrantes del equipo que allí entrena, integrado por 22 jugadores, están amputados por culpa de la guerra. A los jugadores de campo les falta una pierna, a los porteros, un brazo. Se trata del equipo del Murray Town Amputees Camp, pero Pep aún no lo sabe. Cuenta los carretes que quedan en su mochila. Ocho. Mide la luz. Suficiente. Y dispara su Leica de una manera febril, cada vez más cerca de ellos, centrándose en sus muletas, sus destrezas, sus movimientos y, sobre todo, su fe.

Ese trabajo le cambiará la vida. Por supuesto, hubo más fotos los días posteriores. Durante el verano de 2002, Pep siguió al equipo en los entrenamientos que les llevarían a competir en un partido de exhibición en el estadio nacional contra el equipo de enfermos de polio, el espíritu deportivo en su máxima expresión.


Pep pasó de ser un bohemio y un vividor que hacía surf en las playas de Tarifa a convertirse en un narrador con una estética arrolladora y poderosa, un auténtico reportero de la vieja escuela, uno de los mejores fotógrafos del mundo.

Sus mejores fotos de aquella experiencia están recogidas en el libro 'One Goal', también reflejado en un documental del que os ofrezco un breve fragmento. En estos momentos, anda jugándose la vida en Somalia, intentando que no le secuestren.

viernes, 24 de abril de 2009

El logo malo de un centenario anestesiado

Por Halftown
«Queríamos incidir en dos ideas: celebración y futuro. Hemos buscado un logo con dinamismo y versatilidad que sea fácil de aplicar y distinguir». Con esas palabras, José Luis y Fernando Lanzagorta, creadores del logo que celebra los cien años de la fundación de la Real Sociedad, describían su feliz parto el pasado diciembre.

No contentos con eso, proseguían: "La imagen del centenario juega con las minúsculas para alejar el nombre del club de la realeza y hacerlo más nuestro. La tipografía elegida es dinámica y recuerda las formas del balón".

Más allá de lo ridículo que suele resultar el verbalizar la creatividad –con lo fácil que sería decir "lo hicimos así porque somos diseñadores y nos parecía bien"–, el caso es que el logosímbolo (unión del logotipo, el texto, con el símbolo, el icono) en cuestión es rematadamente malo.

Obviamente, cada uno es dueño de su juicio y, mientras algunos ensalzarán la simplicidad de las formas, otros dirán que parece una mano haciendo cuernos. Lo cierto es que un logo tiene que ser, ante todo, original. Y en el caso que nos ocupa, tenemos cuatro rayas, igual que cuatro rayas (oblicuas, eso sí) tenía el de los cien años del Real Madrid en 2002, y cuatro rayas formaban el muñeco que hacía de icono del centenario de los vecinos bilbaínos.

Terrible color

La tipografía elegida, prima hermana de la Arial de toda la vida, no parece guardar, contrariamente a lo que afirman los creadores del invento, ninguna relación con las formas del balón, y para colmo va en un terrible color degradado a partir del azul original, en un punto indeterminado entre el morado, el celeste y el gris.

Da un poco de lástima que un club como la Real, un clásico de la primera división con dos ligas en su palmarés, viva su centenario en el peor momento de su historia moderna, anestesiada en la zona de nadie de la Segunda, y sin prácticamente posibilidad de ascenso. La blanquiazul que vistieron jugadores como Zamora, López Ufarte, Arconada, Aldridge, Kodro, Xabi Alonso o Karpin ahora se arrastra como alma en pena, de la mano de Juanma Lillo (apodado por algunos Juan Malillo), de Ipurúa a Castalia, de Chapín a Mendizorroza.

El logo del centenario del club, que debería tener regusto a tardes en el viejo Atotxa, a centros de De Pedro, a goles de Satrústegui, a la grandeza de la historia txuri-urdin, se convierte así en una desafortunada metáfora gráfica de la mediocridad en que se encuentra sumida la Real Sociedad.

martes, 21 de abril de 2009

El Liverpool: creer lo que no vemos

Por Paco Calvo
Heysel, 1985: 39 muertos. Hillsborough, 1989: 96 cadáveres. La Meca, todos los años: unos cuantos fiambres. Hinchas del Liverpool, hinchas de Mahoma. El post podría terminar aquí, pero sigamos.

Es tan antiguo como el mundo: la carne es débil, la fe no. De esa pasta están hechos todos los credos, incluso los futbolísticos. Y entre ellos, quizás el más sugestivo y sobredimensionado: el del Liverpool. Lo llamaremos metafé. O fútbol-intifada.

Porque sí: el Nunca Caminarás Solo, Shankly y sus frases como lápidas, las tragedias aéreas, Ian Rush y la Biblia en verso. Pero, ¿qué estadio no ha sido un teatro de sueños? ¿A qué club no le hemos jurado que nunca caminará solo? Y sin embargo, el Liverpool: creer lo que no vimos, creer lo que definitivamente no vemos.

Porque, ¿qué vemos? Un equipo como un regimiento. Como una cárcel para el contrario y, ojo, para sí mismo. Un entrenador que es Maquiavelo redivivo. Ardor guerrero -botella medio vacía-. Y sobre todo un torrente de épica -botella medio llena-. Un equipo, un club que desayuna, come y cena épica. Una fe dentro de otra fe, el fútbol. Y si una sola mueve montañas...

Y los panes y los peces, y un romanticismo autogenerado, y un caso único de sublimación colectiva.

¿Se fundan las religiones en la ignorancia y el miedo? Puede. ¿Se han agotado la modernidad y la razón? A veces -y acojona- lo parece.

¿Vuelan los burros? En principio, no. Pero...

La pasta de la que están hechos los cracks

Por Halftown

Hace algunas semanas salía publicado el ranking de los veinte jugadores de fútbol mejor pagados del planeta en la temporada 2008-2009. A primera vista, pocas novedades: el inglés, mitad hombre – mitad marca, David Beckham sigue al frente de la clasificación con algo más de 32 millones de euros al año. Un sorprendente Leo Messi se cuela –suponemos que, como casi siempre, en diagonal y hacia el interior - en el segundo puesto, después de sólo tres temporadas en la élite. Luego aparecen los jugadores que todo el mundo tiene en la cabeza: Kakà, Henry, Ronaldinho, Cristiano, etc.

Llama la atención que el jugador con mejor salario del planeta sea el sueco del Inter Ibrahimovic, con 11 millones de euros anuales. Uno podría preguntarse cómo es posible pagarle tanto a un jugador que, sí, ha ayudado al equipo a ganar un par de (devaluados) Scudettos, pero jamás ha brillado en el momento de la verdad de la Copa de Europa. La cosa cobra un mínimo sentido al recordar que, hace una década, el presidente Moratti convirtió al hoy olvidado Álvaro Recoba en el futbolista mejor pagado del momento. Si es ansiedad por tener el juguete más caro o sencillamente locura, es difícil de decir.

En cualquier caso, lo más interesante es la división que hace la lista entre dinero ingresado por darle patadas al balón, y la pasta que gana cada jugador por poner su cara junto a un logo. De hecho, más interesante que la división de las cifras per se, es añadir una tercera columna con la proporción entre dinero procedente de patrocinio entre salario.

Otra pasta

Una vez más, Beckham seguiría encabezando la clasificación, al embolsarse 5,3 veces más dinero de sus sponsors que del Milan. Le seguirían Messi, que es el nuevo Hombre Adidas, y Ronaldinho, que si bien ha apagado la luz con el balón en los pies, sigue brillando en el universo del márketing.

La auténtica revelación viene en la parte de abajo de la lista, donde encontramos a los tíos más cuidados por sus dueños... y menos queridos por los anunciantes. O, lo que es lo mismo, los ratios más bajos corresponden a los jugadores más sobrevalorados de la lista: Ibrahimovic, cuya arrogante calidad no cuaja entre los patrocinadores; Robinho, una extraña subasta veraniega de la que todos los actores salieron satisfechos excepto el propio jugador; Terry, cuyos 8,4 millones de euros anuales son directamente una broma –más si tenemos en cuenta la final de la Champions de 2008-, y Ballack, quien al frente de la mannschaft en el mundial de Alemania demostró de lo que (no) es capaz.

De hecho, lo interesante sería saber si hay un retorno de la inversión en el caso de los jugadores de fútbol. Es algo complejo de analizar en el caso del patrocinio por parte de marcas comerciales, puesto que hay muchos intangibles de por medio (por ejemplo, notoriedad de marca).

Sin embargo, en el caso de los clubes, la cosa parece más sencilla: la amortización se realiza, además de por el número de camisetas vendidas, a través de los títulos conseguidos por el club. Parece claro entonces que muchas camisetas tendrán que vender Ibrahimovic o Robinho para resultar inversiones rentables a sus respectivos clubes.

martes, 14 de abril de 2009

La fotografía (inquietante) del fútbol español

Por Halftown

Hace unos días, la Gazzetta dello Sport se preguntaba, a medio camino entre el desconsuelo y la desesperanza, cómo era posible que ningún equipo italiano jugase los cuartos de final de la Liga de Campeones.

Así que los italianos decidieron hacer una comparativa entre las cinco ligas más importantes de Europa. En el gran total de factores valorados, el Calcio sale esquilmado: queda como cuarta liga de Europa por detrás de la Bundesliga... ¡y sólo ligeramente por encima de la Ligue 1 francesa!

Un segundo nivel de lectura da unos resultados tan sorprendentes para el aficionado como preocupantes para los señores que mueven los hilos del fútbol español.

Punto primero: la liga española, cuyos clubes han sido los que más títulos internacionales (12) han ganado en los últimos diez años, es la que menos ingresa por patrocinio en las camisetas. Los veinte mejores equipos de España reciben 42 millones de euros, por los 54 de los franceses, menos de la mitad que los ingleses (86) y, ojo curvas, lejos, lejísimos de los 104 millones que ganan los clubes alemanes por estampar logos sobre sus uniformes.

Punto segundo: la guerra del fútbol que se vive en España, una esperpéntica situación -inédita en Europa- en la que dos grandes grupos audiovisuales compiten por emitir los partidos, ni siquiera aumenta el valor de los derechos televisivos: 572 millones de euros reciben los clubes españoles, sólo por encima de los 406 de los alemanes, por debajo de los 635 millones que se reparten en la mediocre Ligue 1 y a años luz de los 1.350 millones de la Premiership.

Mea culpa

Podría justificarse el dominio inglés en las cantidades de dinero que mueve su campeonato, donde un equipo mediocre como el Manchester City se llevó a golpe de talonario a una estrella del Madrid el verano pasado. Intenten imaginarse a Van Persie presentado como nuevo jugador del Espanyol. Pues eso.

Y ahora, que el aficionado español entone el mea culpa.

Punto tercero: en España, sólo en un 74% de partidos se llenan los estadios, frente a un 75% de los franceses y un 91% de los ingleses, líderes una vez más. En ese sentido, se nota el descenso de equipos con aficiones fieles como Cádiz o Zaragoza, reemplazados por clubes de masa social fantasmagórica como Getafe o Almería.

Y, por si la falta de asistencia a los estadios fuese poco significativa, La Gazzetta nos ofrece un cuarto y último dato revelador: los españoles nos gastamos 45 euros de media en artículos de merchandising, muy por debajo, una vez más, de los hooligans ingleses, que se dejan 65 euros –un 44% más- por cabeza en memorabilia de sus equipos. Y no, la libra no vale un 44% más que el euro.

Resumen y conclusión, Spain is different… once again. Mientras la selección arrasa y los clubes españoles conquistan más títulos que nadie, la liga española ofrece un panorama preocupante, con clubes mal gestionados y aficionados apáticos. Si a todo lo mencionado unos párrafos más arriba añadimos la importancia de las inversiones del deprimido sector inmobiliario, la necesidad de pelotazos y opacas ayudas institucionales para la supervivencia de los clubes, y alguna que otra huida hacia delante abortada como la del Valencia CF, tenemos una fotografía bastante precisa de la inquietante realidad de nuestro fútbol.

jueves, 9 de abril de 2009

El Barça sí que camina solo (musicalmente)

Por Paco Calvo

El Barça: un sueño futbolístico, una pesadilla musical. Porque ni Eros Ramazzotti borracho, ni el Bon Jovi más caspado le podría haber escrito al Barça un 'You'll never walk alone' más ridículo y demencial que el que le acaban de asestar.

Eso, exculpando a las personas interpuestas: el grupo Sau, autor de la canción original, y unos tipos que se hacen llamar Red-In, perpetradores de la adaptación. Esta gente, sin más, son enemigos del Barça y del fútbol. Los tontos útiles. Cooperadores necesarios. Para Laporta y demás habría que pedir la cárcel. ¿Qué clase de directiva ametralla a su propio club con semejante basura, justo además a la muerte de la trompeta de Rudy Ventura?



Y es que ni Bryan Adams y Sergio Dalma al alimón lo habrían hecho mejor. Lacrimógena, acartonada, trotona, obvia. Ni los programadores del hilo musical aceptarían colocar semejante bazofia en los hilos musicales de peluquerías y ascensores. Una bazofia que, además, da que pensar sobre el supuesto nivel cultural catalán. Por no hablar de la demencial letra, escrita por un niño de seis años: "Yo no puedo hacer ningún gol por ti / pero en cada jugada veo reflejada tu luz. / Te animaré feliz y acabaré loco por ti".

Bien es cierto que la letra del 'You'll never walk alone' tiene no pocos niveles de cutrez, pero al menos la música, ese aire de trasunto de 'Unchained melody', está a años luz de este palurdo detrito denominado 'Estic boig per tu'.

Un cutrehimno, estoy seguro, instigado y orquestado desde el Real Madrid. Se impone investigar las raíces merengues de Laporta.

miércoles, 8 de abril de 2009

Unidos por un puñado de dólares

Por Halftown
A principios de 2006, el multimillonario americano Malcom Glazer se hacía con el control del Manchester United. Pocos meses después, mientras un grupo de fans contrariados con su llegada creaban el FC United de Manchester, Glazer firmaba el mayor acuerdo de patrocinio de un club de fútbol en toda la historia: 56 millones de libras (el equivalente entonces a 98 millones de euros) por estampar en las camisetas rojas del United durante cuatro años un logo simplón, compuesto por tres mayúsculas blancas con tipografía serif: AIG.

17 ligas, 11 FA cups, 11 Charity Shields, 3 copas de la liga, 3 copas de Europa, una Recopa, una supercopa y una intercontinental. Cuatro balones de oro llamados Dennis Law, Bobby Charlton, George Best y Cristiano Ronaldo. Un estadio centenario que cada sábado vende todas y cada una de sus 76.000 butacas. 75 millones de aficionados en todo el mundo y un estudio de Brand Finance que en 2005 estimó el valor de su marca en 197 millones de libras. El ManU es una potencia deportiva planetaria.

Sin embargo, cuando está a punto de cumplirse el tercer aniversario del histórico acuerdo de patrocinio, el American International Group, Inc. se ha convertido en el estandarte de la marejada financiera que atraviesa el mundo. El AIG de 2009 se mantiene a flote gracias al dinero inyectado por el gobierno norteamericano.

Para detener la hemorragia de la sociedad, una de las primeras medidas que se reclaman desde el otro lado del Atlántico es dar carpetazo al patrocinio del United. Algunas fuentes hablan de un acuerdo de indemnización de 28 millones de dólares a cambio de concluir la vinculación un año antes de lo inicialmente previsto, en junio de 2009.

La empresa tramposa

A primera vista, parece un buen negocio para el ManU. Y, sin embargo, la pregunta aquí es ¿cuál es el precio de la camiseta de los red devils aquí y ahora? A falta de tres meses para el final de la temporada, el Manchester United va en cabeza de la Premier League más emocionante de los últimos años, con su eterno rival, el Liverpool, a tan sólo un punto. Además, está en semifinales de la FA Cup y parece tener garantizado el pase a semifinales de la Champions League.

En el mejor de los casos, el campeonato inglés podría decidirse en el último partido, y el United podría plantarse en dos finales, una de las cuales es la competición de clubes de fútbol más importante del mundo. Millones de personas pendientes de los chicos de Ferguson. Y todo ello, llevando junto a su escudo, cerca del corazón, el logotipo de una empresa tramposa.

¿Cuánto daño puede hacer a la imagen del Manchester United el seguirse asociando a la fraudulenta AIG? Sólo en EE. UU., un mercado en el que los ingleses han mostrado interés a tenor de sus giras promocionales en las últimas temporadas, el impacto está ya siendo enorme. Si los cuatro millones de fans que el United dice tener en los Estados Unidos comprasen la camiseta oficial Nike (PVP 99,99 dólares), el club ingresaría una cantidad bastante superior a los 28 millones de dólares de su patrocinador actual. Sin embargo, ¿cuántos fans norteamericanos querrán llevar ahora el logo de AIG en el pecho?

El caso del United debería hacer reflexionar al resto de clubes sobre sus políticas de asociación con marcas comerciales. ¿Es el dinero el único criterio a considerar a la hora de elegir un patrocinador? Ahora ya sabemos la respuesta: el mayor contrato de patrocinio de la historia del fútbol se ha convertido en una maldición. Si dejar de ingresar 28 millones de dólares es el precio de limpiar su camiseta, el precio de su libertad, el Manchester United no debería tener dudas sobre cuál es la decisión más inteligente a tomar.