martes, 5 de mayo de 2009

¡Silencio, se juega!

Por Halftown
La asistencia a las salas de cine en España ha caído en 2008 un 7,5% hasta los 108 millones de espectadores, lo que supone un 25% menos de espectadores respecto a las cifras de 2004.

Cuando este tipo de noticias aparecen en los medios, no pasa mucho tiempo hasta que alguien señala, mientras se ajusta las gafas de pasta apoyando el dedo anular sobre el puente, que la culpa la tiene el cine español, que es malo, malísimo. Y sí, en términos generales así es, pero no es el único culpable de que la gente en España vaya cada vez menos al cine. Los italianos, por ejemplo, han ido un 4,1% menos a las salas en 2008. Los alemanes, británicos y norteamericanos ven como el crecimiento del número de espectadores en sus salas apenas es positivo, y eso a pesar de que Batman ha tirado del carro mundial durante el pasado año, con sus 1.000 millones de dólares amasados en todo el mundo.

La conclusión de todo esto es que quizás el problema de los cines no es sólo el contenido que ofrezcan, sino el hecho de ir. Gracias a las descargas de Internet –legales e ilegales-, los televisores HD y los home cinemas, la experiencia cinematográfica en casa es de una calidad casi idéntica a la de los cines. Además, el coste de entradas + bebida y palomitas no suele bajar de 12 euros. En definitiva, cada vez hay menos motivos para ir al cine: la gente prefiere que el cine venga a ellos.

Después de toda la ensalada de cifras anterior, no deja de resultar extraño que el presidente de Mediapro, Jaume Roures, anunciase que a partir de la próxima temporada ofrecerá partidos de fútbol en los cines de España. En alta definición y con sonido Dolby, anunciaba el enemigo público número uno de Sogecable. Ver fútbol como si fuese cine… y al mismo precio.

Cuestión de miopía

Hasta ahora, las opciones del aficionado para ver el partido han sido históricamente tres: en el estadio, en casa o en el bar. Todas ellas, con sus pros y sus contras. ¿Qué aporta la proyección en cines? No tiene el ambiente del estadio, ni la comodidad del sofá, ni las cañas y tapas que acompañan el fútbol en la barra del bar. ¿Se verán los partidos con las luces apagadas? ¿Habrá que cortarse a la hora de comentar las jugadas? ¿Se podrán cantar los goles? Alta definición y sonido Dolby son los únicos argumentos de Mediapro.

Como sucede con las majors de Hollywood en el mundo del cine, la miopía de la propuesta es evidente. La penúltima muestra de ello es el intento de acabar con la sangría de espectadores mediante la proyección en tres dimensiones. Mientras productoras y salas se endeudan hasta las cejas para renovar sus equipos, la gente prefiere utilizar Netflix o BitTorrent. Cuando Mediapro propone proyectar la Liga en cines, la gente lleva años tirando de rojadirecta.

Si yo fuese el señor Roures, ofrecería no desde la próxima temporada, sino desde la próxima jornada, los partidos en streaming por internet. En alta o baja resolución, en pay per game o con abonos de temporada, la explotación comercial puede hacerse de veintisiete maneras diferentes. Mediapro parece no verlo.

Esperamos con ansiedad la siguiente idea genial. ¿Acabaremos viendo al Barça de Guardiola en 3D? Quizás eso por fin justificaría el precio de la entrada al cine…

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