Por Halftown
Si hay una ciudad en el mundo donde se respira fútbol por los cuatro costados, ésa es Londres. Con cinco equipos en la Premier League y tres más en la segunda división, es complicado encontrar un londoner que no tenga un equipo favorito.
Sin embargo, el único momento del año en el que la locura futbolera londinense echa el freno es durante el mes de junio. Pasada la resaca de la Premier, aparcada en el baúl de los recuerdos una nueva final de la FA Cup, y todavía frío el mercado de fichajes, hay poca cosa que comentar. Uno se deja caer por Carnaby Street para pasar por The Soccer Scene, y las camisetas de la nueva temporada languidecen a falta de héroes que les den vida.
La nueva equipación de la selección inglesa, precioso diseño de la marca anteriormente inglesa Umbro, no triunfa entre los aficionados, acaso aburridos de coleccionar ridículos nacionales. En la tienda de Adidas de Oxford Street, las nuevas camisetas azules del Chelsea acumulan polvo. Al preguntarle el porqué a un taxista -hammer del West Ham para más señas- su razonamiento es directo: ni las venden, ni las venderán, porque toda Inglaterra odia a los blues.
El único sitio en donde hay movimiento es en los kioskos callejeros que venden réplicas falsas de las camisetas de los mejores jugadores de la Premier. Delante de mí, un grupo de adolescentes americanos se rifan las elásticas rojas con el 7 de Ronaldo a la espalda a 19,99 pounds. Junto a ellas, por cierto, siento un subidón de orgullo patrio al ver los dorsales de Torres y (Cesc) Fábregas entre los favoritos del tocomocho mercantil londinense.
England is different
Echándole un vistazo a la prensa, me llama la atención que en Inglaterra no haya ni un solo periódico deportivo. ¡Ni uno! Todos los grandes dedican suplementos carnosos los fines de semana, y publican amplios resúmenes los lunes, pero no hay un equivalente a L'Équipe, La Gazzetta dello Sport o el best seller español por excelencia, el Marca. Me dice un amigo inglés que el problema está en que deportes como el baloncesto o el tenis tienen poco seguimiento. Le digo que vale, pero que entre el fútbol, el incomprensible cricket, el rubgy y la fórmula uno que dominan Button y Hamilton, hay material para llenar un diario.
El cielo amenaza lluvia, así que me planteo cruzar el Támesis hacia el impresionante IMAX que, a diferencia del que hay en Madrid, sí que programa películas normales. Más aún, en este momento tienen en cartel la copia remasterizada y digital de Operación Trueno, protagonizada por the real James Bond, Sean Connery. Por cierto que, mirando la cartelera, descubro el Looking for Eric de Ken Loach. ¿Metadona cinematográfica para paliar el mono de fútbol real?.
Al final, decido entrar en un pub a media tarde. Hay fútbol en televisión, pero poca gente presta atención. Me acerco tímidamente y descubro que la selección inglesa de Capello está jugando, y ganando fácil, en Kazakhstan. Intento recordar la capital de Kazakhstan a bote pronto, pero sólo llego a la vecina Bakú. Me pregunto si será Astana, la del equipo ciclista que no paga a sus corredores. Veo en el once titular a Emile Heskey. What the fuck, que dice mi javascript:void(0)compañero de barra. En fin, que el próximo partido de los pross será contra la temible Andorra en el nuevo Wembley.
Le doy finalmente la espalda al partido y pido una pinta de John Smith. Cheers, Fabio.
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miércoles, 10 de junio de 2009
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La pinta siempre de guiness halftown, la john smith es de vomitar. Fuck England!!!
ResponderEliminarPrecisamente el otro hablaba con un amigo sobre la poca repercusión (conociendo a los ingleses) que tuvo en Inglaterra el arbitraje de la pasada semifinal de Champions entre el Chelsea y el Barça, y que era debido a que por allí no se le tiene mucho apego al Chelsea, otro gallo hubiese cantado si aquel arbitraje lo hubiese sufrido el Arsenal, Liverpool, Manchester United o cualquier otro gallo hubiese cantado.
ResponderEliminarUn saludo.
Buen post!