lunes, 28 de marzo de 2011

La capital de Europa, ciudad sin fútbol

Por Halftown
Supongo que la primera vez que un español oye hablar de Alsacia es en tándem con Lorena, y está estudiando la Segunda Guerra Mundial en una clase de Historia del colegio.

Las dos regiones hoy francesas han sido en varias ocasiones territorio alemán. Quizá por eso sorprende relativamente que el club de la capital de Alsacia, el Racing de Estrasburgo, naciera en 1906 bajo el germano nombre de FC Neudorf. Con el club malviviendo en la tercera división francesa, Estrasburgo es una ciudad hoy conocida no sólo por ser sede del Parlamento Europeo, sino también del mejor mercado de navidad de toda Francia.

El RCS –los franceses tienen la manía de usar siglas para todo- nació como tal al abrigo del Tratado de Versalles, cuando los franceses recuperaron de manos alemanas (temporalmente) Alsacia y Lorena. Cuando las cosas empezaban a ir bien para el fútbol en Alsacia, los vecinos del este cruzaron al trote las Ardenas y Francia pasó a ser territorio ocupado. Afortunadamente, tanto alemanes como franceses consideraban el territorio como propio, y la ciudad de Estrasburgo salió relativamente indemne de la contienda. Para la población local que no había sido evacuada al sur de Francia, el Racing pasó a ser un símbolo de resistencia patriótica cada vez que se enfrentaba al Red Star de Estrasburgo, controlado por las SS nazis.

Tras la rendición alemana, el Racing de Estrasburgo vuelve a participar en la liga francesa con un español, Paco Mateo, como nueva estrella. Mateo, algecireño que había jugado en el Valencia hasta el final de la Guerra Civil, fue rescatado para el fútbol por otro español, Benito Díaz, entonces entrenador de los Girondins de Burdeos. Casado con una alsaciana –no podría explicarse si no cómo un algecireño puede dar con sus huesos en Alsacia-, el jugador español pasa a defender los colores del RCS, donde la gente se refiere a él todavía hoy como un Beckenbauer antes de Beckenbauer.

Mateo, al que las crónicas describen como un tipo poco preocupado por otra cosa que no fuera divertirse jugando al fútbol, se ganó el corazón de la afición de la Meinau cuando rechazó una oferta del Olympique de Marsella a cambio de que el club le regalase una bicicleta.

Un ascensor en cuidados intensivos

El Racing de Estrasburgo siguió escribiendo su página en la historia del fútbol francés, logrando alguna copa esporádica, y eliminando a Barça y Milan en la Copa de Ferias de los años sesenta. En los setenta, el club se convierte en una especie de Ajax a la francesa, y con un equipo que incluye a Raymond Domenech y a un joven (y mediocre) Arsène Wenger consigue el título de campeón de Francia en 1979.

Las últimas tres décadas han confirmado al club alsaciano como un clásico equipo ascensor, de esos capaces de subir, llegar lejos en UEFA, y acto seguido inmolarse. En 2001, de hecho, el club celebró su victoria en la Copa de Francia con un descenso a segunda. A pesar de haber contado con jugadores como Leboeuf, Mostovoi, Djorkaeff, Luyindula o Niang a lo largo de los últimos veinte años, el RCS no consiguió nunca recuperar la jerarquía que tuvo en su momento.

En 2008, después de batir un récord nacional con once derrotas consecutivas, el fútbol en Estrasburgo vuelve a ser de segunda división. Tras quedarse a las puertas del ascenso la temporada siguiente, los problemas económicos acaban por hundir al club en la tercera división del fútbol francés por primera vez en su historia.

El descenso del club tuvo como consecuencia directa la desaparición de los inversores necesarios para financiar la candidatura de Estrasburgo a sede de la Euro 2016 que Platini regaló a Francia. Las autoridades locales salieron corriendo al enterarse de que el factura de la renovación de la Meinau era de 130 millones de euros. Claro que en Francia nadie pone el grito en el cielo si el fútbol no es protegido por el Estado.

Quién sabe, con el fútbol alsaciano en cuidados intensivos, quizá más de uno habría preferido seguir siendo parte de Alemania.

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