El show antes conocido como fútbol
Por snedecor
Reducimos el fútbol a la nada. Análisis de la previa en prácticamente todos los medios: “Messi no marca a los equipos de Mou, Cristiano está gafado contra los azulgrana”. Rueda de prensa post-partido de Mourinho, primera pregunta: “¿Qué opinión tiene de la actuación del árbitro de hoy?”. Ya está. ¿Para qué más? El éxito comercial se basa en la dicotomía. Blanco o negro, héroe o villano. Penalti o no, conmigo o contra mí. Cuestiones sencillas de plantear y que obligan al receptor a tomar partido y, de rebote, le incitan a consumir aquello que expresa lo que él piensa (y, en un extraño caso de perversión masoquista, a veces también lo opuesto, sólo hay que ver lo mucho que citan al Marca los aficionados culés). Pero debatir sobre cuestiones tácticas, sobre planteamientos futbolísticos, requiere tiempo y capacidad, porque implica pasar del blanco y negro a todo un océano de grises repleto de matices y huérfano de verdades absolutas. Y esa inmensidad de detalles nos apabulla. Nos cansa, nos aburre. Es complicado. No estamos preparados. No nos gusta. No lo compramos. Nos conformamos con nuestro cuento de héroes y villanos.
Así que los papeles ya están asignados, y en las salas de prensa se representa una Commedia Dell'Arte. Preguntas típicas, respuestas tópicas, todo en un entorno conocido y controlado. Guardiola bueno, Mourinho malo. Es simple. Lo entendemos. Nos gusta, estamos acostumbrados a ello. Lo consumimos. Y los medios sólo perpetúan la farsa, participando de ella porque les funciona comercialmente: es lo que pide el gran público. Y en ese ambiente el Mourinho Polichinela se mueve como pez en el agua. Si habla, se habla de lo que él habla; si no habla, se habla de que él no habla. Nadie se preocupa de lo que hace. Y el Mourinho Entrenador, tan contento con su papel, caricaturizado de cara al exterior pero trabajando tranquilamente en su fábrica de matices, donde a veces defenderse sirve para atacar mejor y planear un ataque frontal sólo lleva a la derrota. Suena complejo, ¿verdad? Es eso que antes llamaban fútbol.
Pero psssst, silencio, se abre el telón. ¿Saldrá Karanka? Comienza la función.
El nuevo del grupo
Por El Gordo de Minesotta
Todos hemos tenido un amigo guay, cojonudo, molón, el típico que se convierte en el líder de tu grupo desde que se bebe la primera litrona. Ése que a las dos horas te impresiona porque tiene más cara que espalda, porque es un ‘echao palante’. El primero que va a ligar con la rubia, el que se pone chulito con los duros del barrio. ¿A mí me vas a decir qué? Y los acojona. Tiene mucha personalidad. Y es guapo, claro. Listo también, aunque no tanto como piensa. De hecho, nuestro amigo superguay (si eres pijo), cojonudo (si te rascas los huevos en la puerta de una iglesia) o molón (si eres un cretino) piensa que no hay nadie como él. Al principio hace gracia. Pero poco a poco comienzan a salir defectos al ritmo de las copas. Porque resulta que lo quiere acaparar todo, él es el protagonista. Al final, claro está, acabas hasta los cojones de él.
Mourinho es atractivo, listo y ganador. Lo tiene todo. Impresionaba ver vídeos con sus hazañas en Italia e Inglaterra. Lo ganaba todo, tenía los récords más alucinantes y, desde la distancia, era un borde simpático. Benítez se encontró muchas veces con él, por ejemplo. Era su amigo más especial en las islas. Y ya no hablamos de Italia, donde hizo un montón de nuevas amistades entre los entrenadores rivales. También hizo migas con un grupo nuevo, el de los periodistas. Luego llegó a la Liga española e hizo nuevos amigos, claro está. La lista es tan larga que no cabe en este libre y directo, pero tampoco hace falta recordarla. El caso es que impresionaba a todo ser viviente en los primeros meses en el grupo. Con el tiempo, alguno comenzó a extrañarse por su actitud. “Joder, ¿este tío se queja mucho, no?”, decían los más críticos. Eso entre los amigos de la profesión. Los de la prensa, más sufridores, han aguantado un poco más. Pero solo un poco.
El futuro según Mou
Por Nunn
Según un cable de última hora llegado a 'Fútbol no es fútbol', el Rey, en su soberana voluntad, ha optado porque, a partir de ahora, el Mensaje de Navidad lo dé el Príncipe.
Circula el rumor, además, de que el Príncipe William y Kate Middleton mandarán dos figuras de gomaespuma tamaño natural a su boda, atendiendo, claro está, a su soberana voluntad.
Por la misma razón, Messi ha optado por delegar las entrevistas en un primo suyo que no juega en Girona, por Iker Casillas comparecerán, en escrupuloso orden alfabético, sus colegas que hacen el anuncio de Mahou y en vez de Forlán dará las ruedas de prensa un tipo disfrazado de la Gallina Caponata.
Hace 10 años era impensable el panorama ante el que hoy se enfrentan los medios de comunicación deportivos. Si Mou no sale a hablar, pues no sale. Y a mamar. Y la gente dejará de comprar periódicos en los que no habla nadie interesante, porque Karanka, nos guste o no, no le interesa a nadie. Y cuando nuestras audiencias televisivas bajen hasta el ridículo y quiten los deportes de la parrilla (porque total, para poner resúmenes de partidos tampoco hacen falta muchas alforjas), vendrán los ayes.
Es alarmante que el entrenador del Real Madrid pueda decidir a su gusto no dar siquiera la rueda de prensa pre-partido. La primera vez nos cogió por sorpresa, la segunda menos y cuando ya eran unas pocas iba camino de ser costumbre. Por eso se plantó la prensa. Porque nadie imaginaba hace 15 años que no se pudiera grabar en los entrenos, así que nadie nos asegura que en otros 15 no estemos grabando ruedas de prensa de señores vestidos de la Gallina Caponata.
Y si luego sale Mourinho a ridiculizar a la prensa en rueda de prensa, pues que lo haga. Está en su derecho. Pero que salga.
Un gilipollas de fiar
Por Rocheteau
Mourinho es un poco gilipollas y todos lo sabemos. Incluso él. Es más, llegaría a decir que es casi empíricamente tan gilipollas como parece. Vale, pero ni un gramo más. Mourinho no se escuda tras un prolijo verbo argentino, para llenarnos de sofismas envueltos en un celofán baratucho del que mola en el periodismo deportivo. Ni se saca los mocos como un sabio de barrio obrero que encandila a los periodistas como un (mal) monologista de el Club de la Comedia. Ni sabe dar palmadas en el hombro tras los partidos a todos y cada uno de los periodistas, haciéndolos sentir importantes, como José Bono llevaba un ayudante con una bolsa de relojes falsos de oro, que él iba poniendo sucesivamente en su muñeca y regalando a cada lugareño manchego para hacerle sentir único. Imagínense el lunes, allá en la Mancha, en la partida de tute, todos cantando 40 con su peluco de contrachapado...
Vamos, que por fin tenemos un tipo en el fútbol que es como parece. Además se equivoca. El otro día podía haber echado balones fuera hablando mucho mejor que haciendo la efigie junto a Karanka. Tras el partido habría quedado mejor respondiendo a profesionales que no supieron comportarse como tales un par de días antes. Sí, pero el tipo resulta que tenía derecho a no asistir a aquella jodida rueda de prensa. ¿Han oído alguna vez a Rajoy decir algo? ¿Incluso le han visto decir algo? No. Porque suele salir Cospedal, cuando no González Pons. Y casi mejor para el PP. El PP convoca una rueda de prensa. Los medios van. Y sale quien dice el PP. Luego lo criticas, si te da la gana. Pero la política de cada club la dirigen esos clubs. ¿No será que nos hemos acostumbrado a que las ruedas de prensa nos den esos artículos que no somos capaces de conseguir de otro modo?
Voy más allá. Ferguson ha estado años sin hablar con la BBC. Le ponían multas y usaba esos billetes de posavasos antes de dárselos a la Federación. El propio Mourinho se saltó una rueda de prensa de la UEFA. Le cayó multa y sanción. Nos evitó una enésima rueda de prensa prescindible. Y nos dejó una anécdota para la historia, colándose en un cesto de ropa sucia en el vestuario en el descanso. Guardiola no deja hablar a sus jugadores en periodo pre-entre y post clásico. Y me parece hasta bien, porque en la acera contraria, Casillas habló para "Pravda Real Madrid TV" y casi mejor Kim Jong Il en sus buenos tiempos diciendo que Corea del Norte era el país más desarrollado de la tierra.
Vamos, que Mou es un gili, sí, pero de fiar.
Café para todos, café para nadie
Por Halftown
¿Hace falta que salga Mourinho en rueda de prensa antes de un partido? ¿Hace falta que salga Guardiola? ¿Daba Darth Vader ruedas de prensa a los periodistas de la Estrella de la Muerte? ¿Para qué sirven las ruedas de prensa? ¿Qué coño aportan?
Si alguien con tiempo y una conexión a internet se pusiera, me juego una camiseta de FNF a que la rueda de prensa de Pep en la víspera de un Madrid-Barça es clónica cada año. El mismo mensaje calimeril ante las (supuestas) virtudes del Madrid, el mismo tono afectado, el mismo cuello de pico. Da igual que enfrente esté el Madrid del Ingeniero, de Mou o de Benito Floro. Es decir, que su valor como noticia tiende un poquito más a cero cada nueva temporada.
El problema de las ruedas de prensa es que se han convertido en una ronda de café para todos: los periodistas se sientan ahí y esperan que les alimenten con titulares. Y el club, encantado porque controla la información que sale o deja de salir. Imaginen qué follón si por un momento que esos mismos periodistas que se sientan cual vacas mirando al tren se pusiesen a husmear sobre la Qatar Foundation, Jorge Mendes o los votos para el Mundial 2018.
Luego, claro, se repiten los titulares de las portadas deportivas. Pero da igual: según el último EGM, todos han mejorado los resultados de audiencia. Café para todos. De puta madre.
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martes, 19 de abril de 2011
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